Me es difícil precisar qué es lo que más me gusta de The Bear. Quiero hablar de algunas cosas banales: los brazos de Jeremy Allen White, sus ojos de zombi, sus tatuajes falsos y los reales. La cuidadosa selección musical (que algunos pueden considerar demasiado in-your-face, pero como yo soy solo una chica que creció entre el rock, el grunge y el indie; me funciona). Honestamente, son puras canciones de blanco desabrido y creo que Christopher Storer, el creador de la serie y seleccionador de su banda sonora, lo sabe.
También quisiera hablar de que Storer es capaz de retratar de forma delicada y al mismo tiempo hilarante lo jodido que es perder a un ser querido que decidió morir. La presión que provocan las exigencias propias, sumadas a las de la familia y gente que nos rodea. El sutil alivio que proporciona asistir a terapia, cuando absorbes consejos que puedes aplicar a tu día a día y sobrevivir. La resistencia que a veces oponemos al cambio, porque más vale malo por conocido que bueno por conocer. Lo complicado que es aspirar a la perfección en un ambiente tan volátil como el de la industria restaurantera. La chinga que es vivir, pues.
Y qué decir de las personas que están detrás de The Bear, que ya nos han dado grandes éxitos de la ansiedad en la televisión. Joanna Calo, la showrunner y directora de algunos episodios, ha sido productora y guionista de programas como BoJack Horseman (tal vez la recuerden por ese capítulo sobre el aborto), Hacks y más recientemente, Beef. The Bear es la primera serie que showrunnea y dirige. Entre los productores ejecutivos está Hiro Murai, que fungió como director de Atlanta y Barry. Pura gente especializada en protagonistas neuróticos que no tienen su mierda junta.
Tras dar muchas vueltas en mi cabeza con la intención de precisar por qué puedo ver esta magnífica creación televisiva una y otra vez, llegué a la conclusión de que es principalmente por sus personajes. Están escritos con compasión y cariño, como una ve la gente que ama a pesar de sus características complicadas. Tienen fallas, pero también virtudes. Y como todo el mundo, viven en un constante cambio. Sus relaciones cambian, sus sueños cambian y la química que tienen entre ellos también cambia. The Bear se trata de esa química, que puede tornarse explosiva.
La primera temporada se sitúa en 2022, en medio de un caos. No se molestan en proveer un contexto previo para que uno entienda lo que está sucediendo. Lo único que sabemos es que aterrizamos en un campo de guerra: el restaurante The Beef. Entre ollas, gritos, mugre, cortes veloces y el riff inconfundible de “New Noise” de Refused, tenemos el primero de los múltiples montajes frenéticos que caracterizarán a las temporadas uno y dos.
The Original Beef of Chicagoland
Pero si lo retratamos en el 2021, The Beef es un restaurante apreciado y hasta adorado por diferentes tipos de chicaguenses. Sobrevivió al COVID sin tener que cerrar sus puertas, aunque eso no se debe solo a su comida. El cocinero principal es Michael, un sujeto simpatiquísimo y atrayente, que siempre cuenta historias divertidas. Es el tipo de persona capaz de atrapar la atención de la gente en cualquier lado. El personal lo adora y respeta. Entre ellos está “Sweeps”, el encargado de la cuestionable limpieza del restaurante, un exbeisbolista afroamericano que no triunfó en su deporte aunque estuvo a punto de llegar a los Cubs. También Ebraheim, un cocinero somalí de edad algo avanzada que dejó África en los 90, después de la Batalla de Mogadiscio. Tina es una cocinera latina y madre soltera que lleva más de 20 años en The Beef. El pan y los pasteles caen bajo la responsabilidad de Marcus, un tipo joven que trabajaba en McDonald’s hasta que su mamá se enfermó y tuvo que buscar un empleo un poco más formal para costear sus cuidados. Finalmente, está Richie, el mejor amigo de Michael; un hermano postizo, un primo. Es carismático, a su modo, pero también es un cuarentón misógino perdido que no encuentra su verdadero propósito en la vida.
The Bear devela el pasado de sus personajes con lentitud y paciencia. Es por medio de diálogos que logramos tener un vistazo de lo que sienten y piensan. La forma en la que se relacionan con la comida que preparan es un reflejo de su forma de relacionarse con el mundo. Tina es tosca y apegada a sus cazuelas y a sus tradiciones, no muy diferente a Ebra. Marcus pone mucha atención a los detalles, al grado en el que puede llegar a obsesionarse. Richard no tiene una gran idea de nada, de alguna manera se abre paso por la cocina y por el mundo. Ya sea que preparen un puré de papa sazonado con hierbas, un sándwich o un hot dog, una dona perfecta, una lubina chilena con tomate confitado, un risotto… La relación que tienen con la comida proporciona un vistazo breve pero profundo a sus vidas.
Los miembros del equipo de The Beef llegaron al restaurante en un momento vulnerable de sus vidas, cuando necesitaban dinero y apoyo. En este lugar formaron una familia. Cuando sus países, familias o circunstancias parecían estar completamente en su contra, encontraron en Michael a un líder que los aceptó y acogió en un ambiente seguro. Sin embargo, en 2022, Michael se suicida. El efecto de perder a su jefe/mejor amigo/colega es devastador para cada uno de ellos.
En The Bear no hay buenos ni malos, no hay algún ente malvado con sed de destrucción como antagonista, y esto le añade a la serie la sensación de que el enemigo puede llegar desde cualquier parte. Y llega, claro que llega. Cuando no es contra el dinero, la batalla que los personajes deben librar es contra lo que llevan dentro.
El oso, sus manos
Allen White es Carmen “Bear” Berzatto, uno de los mejores cocineros del mundo. Deja su puesto como chef de cuisine en un restaurante fancy de Nueva York para encargarse del restaurante familiar en su natal Chicago. El lugar tiene cochambre en cada una de sus hornillas, pero cuenta con fieles parroquianos porque lleva años en el mismo lugar, sirviendo la misma satisfactoria comida.
Carmen también es un hombre carcomido por la ansiedad y la depresión, aunque al principio él no parece querer reconocerlo. No le interesa mucho su propio bienestar (en una ocasión se le puede ver tragando TUMS como si no hubiera mañana y los que reaccionamos gastrointestinalmente a las dificultades sabemos de lo que se trata), duerme pésimo, tiene sueños despierto, alucinaciones… En un par de ocasiones ha provocado pequeños incendios sin estar consciente de lo que está haciendo.
Bear recibe la noticia de que Michael le heredó The Beef y decide cumplir la voluntad de su hermano mayor. Su poca estabilidad emocional resulta fracturada por la muerte de Michael, así que liderar a un equipo que se quedó sin su patriarca se suma a una de por sí enorme pila de preocupaciones.
Allen White obtuvo un Globo de Oro por su papel en The Bear. Pero si hubiera un galardón que se entregara específicamente a la actuación de un par de manos, las suyas, sin duda, deberían obtenerlo. El marcaje personal que tienen durante los momentos más importantes de la serie es genial. Por medio de primeros planos de las manos de Carmy entendemos cosas cruciales de su historia:
El sistema
Carmen llega a The Beef para encontrar resistencia de parte de la familia huérfana de líder. Richie habla constantemente de que ya existe un sistema y lo mejor es no joderlo, no entorpecerlo. Hay que seguir adelante con esta forma de hacer las cosas que ha funcionado en el pasado; es decir, hay que seguir haciendo las cosas como las haría Michael.
El personal no está dispuesto a cambiar el orden de su pequeño universo. En el primer episodio, cuando Carmen intenta desconectar una maquinita de videojuegos, Tina le advierte: “No lo desconectes. Si lo desconectas, no volverá a funcionar”. Carmy entiende. No solo no lo desconecta, sino que organiza un torneo de Ball Breaker para atraer clientes. Y funciona. Bear no tiene ningún interés en borrar el recuerdo de Michael, quiere cumplir el sueño de tener un restaurante con él, aunque esté muerto.
Por su parte, Richie, el primo, se aferra al pasado en muchos sentidos. La sola idea de cambiar le resulta abominable porque implicaría dejar atrás a su mejor amigo. A pesar de que Richie, Michael y Carmy crecieron juntos en una primera infancia; Carmen se fue a estudiar gastronomía muy lejos, a Copenhague. Consiguió aprender de los mejores chefs, mientras que su hermano y su “primo” continuaron el negocio familiar de forma estática en Chicago.
Pero para que The Beef sobreviva, los cambios tienen que llegar. Aunque todos extrañen a Michael, un nuevo sistema tiene que quedar establecido.
Sous Chef
Aquí es donde surge una de las mejores duplas que se hayan podido apreciar en la gastronomía ficcional. Bear contrata a una joven chef, Sydney Adamu (la magnífica Ayo Edebiri), para que trabaje a su cargo en la cocina. Sydney es una cocinera inteligente y ambiciosa. Está consciente de que Carmen Berzatto es uno de los mejores chefs del mundo y por eso quiere trabajar con él en este restaurante piojoso. El hecho de que lo admire y desee con vehemencia ser parte de su equipo no implica que tenga que aceptar abnegadamente lo que él propone. Antes bien, se apresura a hacer un nuevo plan de trabajo para The Beef. Syd es el motor que permite a Carmen ver a través de la niebla que le rodea.
Y como agente de cambio, la misma resistencia que el personal de The Beef le ofreció a Carmen se presenta ante Syd. Pero ella, si bien tiene sus propios demonios familiares, no permite que eso interfiera con su futuro profesional. Es una mujer determinada, capaz de dejar de lado que su madre murió cuando tenía cuatro años y su padre no entiende del todo a lo que se dedica. Lo único que le importa es trabajar en un restaurante exitoso, así tenga que ayudar a construirlo desde cero. Es impaciente e imprudente, pero entre el staff de The Beef, Carmy incluido, parece ser la única persona que tiene una meta profesional seria.
El espacio en el que The Bear se desarrolla es de por sí claustrofóbico, y cuando Storer quiere volver la tensión aún más intensa, encierra a sus personajes no solo en una cocina, sino en un refrigerador. Esto permite sentir que están a punto de darse un madrazo o un beso. El refrigerador, como se verá en la temporada dos, también hace funciones carcelarias:
Richie y Sydney son dos versiones distintas del segundo al mando. Mientras Richie pretende resolver los problemas con violencia (saca su arma a la menor provocación), Syd intenta enfocarse en soluciones prácticas y antisépticas. El back and forth entre estos dos personajes está casi siempre caracterizado por los espacios claustrofóbicos (en el refri, en un coche). Solo en algunos momentos de calma y distancia pueden comunicarse:
Algo dulce
Sabemos que Michael tenía problemas de diferentes tipos, y que lo llevaron a suicidarse. Sabemos que Carmy está experimentando (quizá desde hace tiempo) ansiedad, depresión y ataques de pánico. La hermana de ambos, Natalie “Sugar” Berzatto (Abby Elliot), es la única de los tres que, a pesar de que podría entregarse al vacío, sigue intentando estar bien. En la primera temporada, Sugar es una voz en la parte trasera de la cabeza de Carmy. En la segunda se materializará como lo que es: una mujer que logra sanar después de tener una infancia traumática.
Sugar está casada con uno de los personajes que mejor me caen de esta maravillosa serie: Pete, así, sin apellidos. Chris Witaske es divertidísimo en este papel que parece menor. Pero no creo que lo sea, me atrevo a predecir que en las próximas temporadas será aún más importante.
Pete respeta a Carmy. No desde el miedo, sino desde un lugar de genuina admiración por sus logros como chef y como persona. La mayoría de los personajes masculinos de The Bear están tan alejados del amor y la ternura que ven en Pete a alguien ridículo y ñoño. Cicero (el tío millonario al que todo el mundo le pide dinero y favores), Richie y Carmen lo encuentran incluso repulsivo.
En un universo en el que ser gentil es un defecto, para Pete es difícil encajar. Quizá es el único hombre en la familia que le pone atención a Sugar, que la comprende, le brinda apoyo y se preocupa por su bienestar. En varios momentos, Sugar quisiera que Bear le preguntara cómo está, que fuera un poco como Pete. Pero Bear no se lo pregunta porque ni siquiera sabe cómo está él mismo. Tanto Sugar como Carmen perdieron a un hermano, y lo procesan de formas muy diferentes.
La terapia y la brigada
Sugar y Pete van a Alcohólicos Anónimos, a un grupo especial para gente que tiene familiares que son adictos a las drogas. Sugar logra convencer a Carmy de ir a una de estas reuniones y Bear lo hace, pues sigue teniendo estas crisis en las que se culpa por el suicidio de Michael.
El testimonio de una de las asistentes al grupo de familiares de AA le ayuda a cambiar de perspectiva respecto a cómo dirigir su vida, más específicamente, su vida como líder de The Beef:
No podemos contener ese tipo de caos si la forma de pensar no cambia. Si los cimientos no cambian, si la química no cambia. Lo único bueno que salió de todo esto es que me di cuenta de algo: lo que yo puedo hacer es tratar de mantener limpio mi lado de la calle. En lugar de intentar arreglarlo todo, simplemente me alejo de cualquier situación que sea o pueda llegar a ser tóxica.
De aquí sale la idea de mantener limpias las estaciones, que cada uno se encargue de lo que puede desde su pequeña trinchera. Bear implementa una brigade de cuisine, en la que los empleados tienen definido su papel en el restaurante. Este nuevo sistema funciona de maravilla.
Pero incluso cuando las cosas parecen ir un poco mejor de lo que Carmen esperaba, no puede sacudirse la sensación de que algo va a salir muy mal. Su intención es dirigir un restaurante y reparar lo que está descompuesto, de alguna manera parece creer que al resolver los problemas del restaurante podrá reparar todos los males por los que están pasando su familia y sus amigos después del suicidio de Michael.
The Beef, gracias al liderazgo de Michael y la organización de Sydney, parece empezar a tomar vuelo. Sin embargo, la combinación de una excelente reseña en un restaurante y la idea de tomar pedidos por internet hace que el restaurante explote en el episodio siete, quizá uno de los mejores de la serie.
Ya mucho se ha hablado de esa secuencia larga (unos dieciocho minutos) que Storer logró montar luego de tres intentos coreografiados. Al fondo de esta locura está “Spiders (Kidsmoke)” de Wilco, un tema que Jeff Tweedy compuso hace veinte años, en su peor periodo de adicción a las drogas. Es larga y repetitiva porque en esa época Tweedy no podía concentrarse demasiado en el estudio, debido a sus constantes ataques de pánico y su alcoholismo y drogadicción. En sus últimos minutos la canción explota, justo como la cabeza de Carmy al darse cuenta de que lo que había logrado se chingó.
Una cadena de malas decisiones y cosas no previstas llevan al extremo al equipo de The Beef, que hasta ahora se había mantenido más o menos en armonía. Carmen termina mandando al demonio a todo el mundo. Lastima a la gente a la que quería proteger y con la que pretendía crecer. Sus peores miedos se vuelven realidad.
La familia del oso
Pero el personal de The Beef no logra pasar demasiado tiempo separado. Los gritos y las donas aplastadas en el piso quedan olvidados cuando Carmen pide perdón a cada una de las personas que insultó en medio de uno de sus ataques de ansiedad. En algún nivel, entienden que pusieron un grano de arena en el camino a la devastación. Sydney sabe que se precipitó y quiso llevar al restaurante a un nivel para el que no estaban listos. Marcus está consciente de que su obsesión por la dona perfecta llegó en el momento menos adecuado. Carmy no es -solo- un chef neurótico. Y todos están listos para seguir trabajando.
La temporada uno cierra con un buen cliffhanger: Carmen encuentra cientos de miles de dólares dentro de las latas de salsa de tomate rotuladas “KBL”.
Michael dejó este último regalo antes de morir para que Bear cumpliera el sueño de ambos. “Let it rip” es el mensaje que escribió en una carta de despedida que tarda en ser leída. “Déjate llevar”. “Déjate ir como hilo de media”. “Atáscate que hay lodo”. Y Carmy sabe que solamente puede hacerlo con la ayuda del equipo de The Beef.
Algunos restaurantes reúnen a su personal para compartir la hora de la comida. Le llaman “staff meal”, o “family prep”. En The Beef le dicen solo “family”. Cada día, alguien se encarga de preparar comida para todo el personal. En un episodio vemos a Ebrahim cocinar suqaar de pollo, en otro, Sydney hace una ensalada de hinojo con plátanos. Estas treguas son momentos bellísimos en The Bear, llenos de relatos y de risas. A veces también de peleas e insultos. A fin de cuentas, esta serie cuenta una historia familiar.
Si la primera temporada de The Bear presenta a sus personajes y explora el comienzo de su dinámica como familia, la segunda lleva esta exploración a un extremo. La ansiedad por lo que fue plantado en nuestra psique desde la infancia, lo que está tan enterrado que no queremos dejar salir pero siempre encuentra la forma de manifestarse… Lo siniestro en lo familiar.
También de eso escribiré, pero procuraré que sea en menos de 3000 palabras :D.