Cuesta trabajo pensar de qué forma Danny McBride hizo el pitch de este programa. “Mira, la idea es básicamente presentar a una familia de predicadores cristianos millonarios. Son: el papá, sus dos hijos y su hija. Uno de los hijos es un megalómano malhablado y que gusta de las drogas y el alcohol. El otro es un homosexual de clóset que no tiene ni idea de que es gay. La hija es insoportable, caprichosa y ridícula. Tiene 40 años pero se comporta como si tuviera 14. Todos son horribles personas. Ah, y en la mayoría de los capítulos tiene que salir un pito y/o unos testículos”.
Los tres hijos están acostumbrados a tenerlo todo. Desde que nacieron se les inculcó que hay que tener una profunda relación con Dios… Eso y que la religión es el mecanismo por medio del cual se puede hacer mucho dinero. A costa de la gente, de sus creencias y de sus donaciones. Lo maravilloso es que los tres hijos del predicador principal, Elijah Gemstone (el genial John Goodman), son incapaces de entender sus privilegios. Vaya, ni siquiera se detienen a considerarlo momentáneamente. La riqueza y la fama son cosas que han estado ahí desde siempre, y la sola idea de perderlas es absurda.
Las temporadas de The Righteous Gemstones que existen hasta ahora comienzan con un error cometido por alguno de los Gemstone en el pasado. A lo largo de los nueve episodios, la pifia se va convirtiendo en algo mucho más grande e incontenible de lo que era en su origen y toda la familia tiene que lidiar con las consecuencias. También en cada temporada hay un capítulo llamado “Interludio” que proporciona más información sobre lo que estaba sucediendo en el momento en el que la semilla del problema fue plantada. Los episodios enteros son flashbacks bastante simpáticos donde se puede ver viva a Aimee-Leigh, la mamá de la familia, que murió recientemente.
Al igual que otras creaciones que han salido de la mente de McBride, el humor de The Righteous Gemstones no es para todos. En primer lugar, como dije al principio, salen muchos penes no solicitados. PERO se usan para ridiculizar a los vatos que los portan. Esos desnudos frontales no se sienten ofensivos ni agresivos, son más bien una burla al símbolo fálico, mostrándolo como una debilidad y en ningún momento como algo poderoso o amenazante. Honestamente cada vez que aparece uno me partí de la risa. Los comentarios sobre masculinidad tóxica abundan, así como los chistes homoeróticos.
En particular me parece genial el personaje de Adam Devine, Kelvin. Es el hermano menor. Mantiene una constante tensión sexual con su “mejor amigo”, Keefe. Su relación es de total amor, confianza y cariño; aunque ninguno de los dos logra entender a cabalidad lo que está pasando entre ellos. Todos a su alrededor están conscientes de que se quieren y tienen preferencia por la compañía masculina. El humor que se desprende de esta situación está desprovisto de homofobia. Nunca nos reímos del hecho de que sean gays, lo hilarante es que sean tan piadosos y despistados que (por ejemplo) no relacionen un masaje de nalgas con su atracción sexual.
La serie también usa un humor procaz, que sin duda ha de hacer enojar a varia gente, para echar un ojo a la realidad detrás de las megaiglesias en Estados Unidos: pura gente deleznable aprovechándose de los crédulos creyentes. Al mismo tiempo, toma estos mismos personajes horribles y les va dando una dimensión alejada del hecho de que son predicadores de iglesia. Recuerdo que cuando comencé a verla sentía una gran animadversión por ellos, por sus acentos, su forma de vestirse y en general de existir. Pero al verlos descender a distintos infiernos no pude evitar sino sentir que solo era gente desprovista de las herramientas para lidiar con las vicisitudes de la vida… como todos.
Este pivoteo de odio a interés por cada uno de los miembros de la familia Gemstone no sería posible sin la gran elección de casting para la serie. Desde los personajes principales hasta las apariciones especiales (por ahí andan Macaulay Culkin y Jason Schwartzman), todos tienen un momento de brillar ya sea por una intervención hilarante o un número musical.
Como persona que creció entre monjas los primeros nueve años de su vida, me encantan las referencias bíblicas y el nutrido repertorio de temas musicales… Uno de mis momentos de más alta conexión con la divinidad fue cuando estaba en el coro de la capilla ubicada en el segundo piso de mi primaria. Así que SIEMPRE aprecio una buena intervención melódica y evangélica. Y si es con las voces del tío Baby Billy (Walton Goggins) y Aimee-Leigh Gemstone (Jennifer Nettles), aún mejor:
Cada temporada de TRG comienza y termina de forma concluyente, pero a sabiendas de que la próxima tendrán un nuevo problema que iniciará como algo bien pendejo y terminará en algo épico. Sin que sea una comedia que vaya a redefinir un género o que haya inventado el hilo negro, The Righteous Gemstones recibe una de mis famosas enhorabuenas de pulgar.
P.D.: Si alguien ya la vio y sintió que tiene una buena carga de referencias al cine de los hermanos Coen, sepan que también lo sentí. Pero no sé si nada más me estoy dejando llevar por la sonrisa hermosa de John Goodman.